TOREANDO EL PERMISO PARA NO TORTURAR: Cómo se vive el debate en Catalunya
>> 24/3/10
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Desde que empezó a cuestionarse la tauromaquia en el Parlamento catalán se ha hablado tanto ya que tengo claro que no vale la pena que justifique mi postura, firmemente contraria, que hay quien ya lo ha dicho de forma impecable, clara y hermosa.
Así que no es mi intención hacer un descriptivo de las torturas a las que se somete al toro, tanto en el ruedo como antes de salir. Primero, porque se me retuercen tripas y alma al recordarlas; y segundo, porque no dudo de que la mayor parte de los lectores que vengan a parar a este Grito son conscientes de que esos argumentos que esgrimen los que defienden la tauromaquia y que se refieren a que el toro no sufre, esas patrañas no son sólo sandeces del que no tiene ni un mal clavo ardiendo al que sujetarse, sino que son claras mentiras (y no precisamente de las piadosas), de las que francamente espero que un día la justicia o al menos la historia les pase cuentas por las sanguinarias intenciones de sus farsas.
Pero una vez ya ha quedado en evidencia que los que defienden el toreo carecen de argumentos salvo el de que disfrutan viendo cómo se le inflingen los mayores tormentos a un ser vivo, queda otro asunto principal: por qué se hace de ello una cuestión de estado.
En Catalunya tenemos la sensación de que se nos observa con lupa, de que tenemos que pedir permiso hasta para ir al baño y de que cuanto pretendamos hacer a nuestra manera se convertirá en tema electoral y generará ríos de tinta y debates ininterrumpidos más allá del Ebro.
Los datos cantan. Cuando en Canarias se prohibieron los toros, a principios de los 90, nadie dijo ni mu (nunca mejor dicho). Pero 20 años más tarde y con el estado de las autonomías (supuestamente) mucho más consolidado, cuando ya prácticamente no puede entenderse un mundo moderno justo si no es en forma de estado federal, en Catalunya se cuestiona algo similar a lo que hicieron los canarios, y arde Troya.
De la misma forma que el plan de ampliación de Barcelona tuvo que sufrir un vía crucis inacabable en el ministerio madrileño esperando un permiso que no llegó nunca (el famoso Eixample del plan Cerdà lo impuso el gobierno central, a pesar de que el concurso municipal lo había ganado otro plan). De la misma forma que el tan politizado Tribunal Constitucional, respondiendo a un toma y daca de los partidos mayoritarios del país, lleva años discutiendo si en el preámbulo (es decir, en lo que es una declaración de intenciones y no afecta a la cuestión normativa) del Estatut cabe la palabra ‘nación’ (parece que dudosa) o debe llevar la de ‘nacionalidad’ (ésta sí fuera de toda cuestión, puesto que los padres de la Constitución tuvieron a bien utilizarla en aquellas épocas remotas en que trataba de invertirse el sueldo de los jueces en menesteres más útiles). De la misma forma que en ciertos medios se miente descaradamente para tratar de convencer a sus desinformados televidentes de que deberían prohibirnos que nuestros niños aprendiesen (también; que quede claro) a leer y escribir su lengua materna.
De la misma manera, hoy parece imprescindible que las Cortes estén conformes en que en ese pedazo de territorio que les trae a maltraer no se hagan corridas de toros.
Ésa es la sensación cuando los diarios nacionales de mayor raigambre centralista se permiten decir el despropósito de que es ésta una medida independentista. Como si aquí no se llenaran los teatros con el buen flamenco, no se comieran callos a la madrileña o como si se prescindiera de toda la literatura escrita a lo largo de la piel de toro o sólo se vieran películas rodadas en catalán. Como si no tuviéramos dos dedos de frente y considerar el toreo una salvajada fuera una enfermedad endémica de los bailadores de sardanas o un efecto secundario del alioli.
Ésa es también la sensación cuando la sociedad se moviliza para recoger 180.000 firmas. Cuando el Parlament catalán aprueba que se admita a trámite la iniciativa popular. Es decir, la mayor parte de nuestros representantes están de acuerdo (mucho, un poco o algo, pero de acuerdo) o bien piensan que la opinión que importa es precisamente la de los catalanes y no la de lo que les conviene a los partidos, que la prioridad es seguir a los representados. Pero llegan los socios centrales de nuestros representantes y les quitan la libertad de voto que habían tenido hasta entonces.
Cierto es que del PP ya no se podía esperar ninguna otra cosa, aunque sólo fuera por hacer notar que lleva la contraria. Pero ese partido de pseudo-izquierdas que está en el gobierno… Por si fuera poco con su política económica, el partido socialista, en cuanto oye el grito en el cielo de los peperos, se comporta culturalmente como la más casposa, centralista e intolerante de nuestras derechas, e impone su voto a favor de las corridas; es decir, se posiciona en contra de la iniciativa popular, en contra de la sociedad, de los catalanes.
Después de eso, ya sabemos todos que no vamos a poder prescindir de la tortura animal en nuestro territorio, porque en el centro (o en Madrid o en el Congreso… o como quiera llamarse a esa caterva política que pulula en el resto de las administraciones o al menos en los telediarios) no quieren. Y habremos perdido una ocasión sin igual para vivir en un mundo un pelín más ético con sus animales.
Como también depende de ellos tener el permiso para preguntar, se va a montar un referéndum para que opinemos sobre si la avenida Diagonal de Barcelona debe tener la acera en el centro o en los lados, pero nadie nos va a permitir que digamos qué nos parece esa forma de tortura. No vaya a ser que no sepamos qué hacer con los resultados o se evidencie la diferencia de voluntades entre la sociedad catalana y la política que se cuece desde Madrid. Una vez más.
17 comentaris:
Irreprochable. Totalmente de acuerdo, en lo uno y en lo otro. Y comprendo que te indigne lo uno y lo otro, como me indigna a mí. Es cierto el argumento: los catalanes, en general, la mayoría, creo que amamos el flamenco. No a todos, pero sí que es cierto que a mucha gente. En cambio los toros no. Lo cual vendría a demostrar que ven fantasmas.
Me molesta mucho el argumento que usan de: ¿no existen problemas más importantes?, que es el argumento que usan siempre que uno defiende algo que no les interesa. Sí, seguramente existen problemas más importantes, pero para mí el trato a los animales es importante y definitivo. La sangre no puede ser cultura. Aunque lo dijera Lorca, admirado siempre, pero tampoco era el Evangelio todo cuanto decía.
Brillante grito, querida amiga. Significa que te encuentras bien en esta, más que para nadie, tu casa.
Lo de los toros en Catalunya está perdido desde ya,no tengo ningúna esperanza en que propere y se prohiban, demasiado dinero de por medio e intereses de no se quien.Los derechones cromagnones han tenido una vez más en sus manos una valiosa arma,como siempre, de ir contra Catalunya y de hacer de separadores, los catalanes no queremos los toros porque es una fiesta española, la madre que los parió a todos! Siempre blandiendo la espada del catalanismo en contra del españolismo, como tu dices mi querida Susana a mi me encantan los callos a la madrileña, el gazpacho.....y tantas cosas españolas que son buenísimas y nunca dejaré de coemrlas porque sean españolas, ellos sí dejaron de comprar cava porque es catalán, he aquí la diferencia entre unos y otros,La fiesta del toro, que todavía no comprendo como tienen el valor de llamarle FIESTA, es una vergüenza, es un crimen, y es el disfrutar con el martirio y muerte de un animal, no lo entiendo ni lo entenderé,es por ello que estoy en contra y lucho en la manera que puedo para que esto termine de una vez. El Psoe una vez más me ha caído a los pies, pero ya no viene de una, son demasiadas veces ya.
Bueno, del ser humano como torturador poco mas podemos decir, somos "artistas", con nosotros mismos y con los seres que nos acompañan.
Para mi este tema no es ni debatible, hacerlo es admitir que se puede estar equivocado.
Se torea para disfrutar...solo eso.
Y lo que hacen los políticos...ufff, para darles de comer aparte.
un beso.
Sin ese maravilloso poder de argumentar que tu tienes y para que quede claro que la defensa de los animales no tiene nada que ver con el lugar donde se nace, cuando empezasteis con el debate, desde la esquina del oeste, yo dije que es maltrato.
Lo peor es que los maltratadores, los que gozan con la tortura, no quieren ser considerados así...ahí les duele: incapaces de verse a sí mismos...
Totalmente de acuerdo. Pero no solo en los toros, que este ya es un tema que hasta de escribirlo aquí, y denunciarlo durante tantos años agota. Pero es un agotamiento por esto que comentais: Nos miran con lupa. y en muchas cosas consiguen desgastar Cuando no es una cosa es la otra, desde siempre. Se haga lo que se haga.
Aqui en Barcelona se celebra la Feria de Abril. Tengo una amiga que ella fue una de la fundadoras de esta fiesta. (Ella es CHARO BOLIVAR) -Gènia si la conoce-
Allí vamos todos y todos comemos pescadito frito y lo que haga falta, sin embargo, existen lugares que curan el jamón, de todos los lugares de España, pero ellos recomiendan no comer jamón de Catalunya. Todo y siendo conscientes de que aquel cerdo viene de Holanda, pasa por los mataderos de la comarca donde vivo y lo llevan allí sin más.
Lo que nos dice Ramon sobre el tan escuchado argumento de : ¿no existen problemas más importantes?
Ramon ya lo dice bien. Claro que existen.
Pero también existen una larga cadena de necesidades que los catalanes las pedimos desde hace ya demasiados años. No le demos más vueltas, es un problema político y de separadores. Y esto ha sido siempre así. Hoy toros y en otras épocas Manifiestos, boicots y lo que haga falta.
Digan lo que digan, yo toros no.
Una abraçada.
Aplaudo todo lo que dices Susana. En Galicia tampoco nos gustán los toros, al menos a la mayoría, pero me imagino que se montaría la misma polémica que se está montando en Cataluña.
En este país las individualidades no son bien vistas, todavía quedan muchos de la "una, grande pero que no libre". Siempre se mira con malos ojos las iniciativas de ciertas comunidades autónomas, que no de todas y yo me pregunto como tú ¿por qué?, ¿no será por fobia?.
Bicos
Bicos
Dado lo largo de mi comentario, por lo que pido disculpas, lo hago en dos partes.
(Parte I)
Enhorabuena Susana, el artículo responde a las expectativas que se tienen sobre ti. Aunque a mí, esta cuestión y la deriva que lleva no me gusta nada. ¿Pero, de qué estamos hablando? En este asunto se mezclan demasiadas cosas. Es cierto que a nivel nacional, del Estado, se plasman dos cuestiones primordiales y no menos interesantes cada una, como son el toreo y el trasfondo político que se está presentando.
Desde el punto de vista del toreo y el espectáculo que conlleva, cabe ver cuáles son las motivaciones más intrínsecas del sujeto para que le guste esta, digamos, actividad… Bajo mi punto de vista, creo que se sigue fundamentando en la prepotencia del hombre sobre todo elemento de la creación, en la necesidad de demostrar que somos superiores en todo y ante todo el mundo animal, que somos los reyes de la creación y que disponemos de la vida y de la muerte de los demás seres a nuestro antojo.
Repudio los toros, la caza en sí misma, el boxeo, las manifestaciones de agresividad y violencia que solo pretenden imponer una inmadurez, un infantilismo que se da en los sujetos inmaduros. No creo que un sujeto maduro humana y psicológicamente, sea capaz de arropar esta actividad. El placer del triunfo sobre la bestia, de la proyección en el torero, de la liberación que ello representa de las frustraciones y limitaciones de cada cual, es una puerilidad. Cierto es que el mundo está lleno de actividades y actuaciones reprobables, que son tanto o más censurables que esta, pero eso no quiere decir que cuando se habla de una de ellas, quede arropada porque se den otras tan abominables como esa.
Creo, en suma, que el asunto es de trascendencia clave. Nuestra cultura sigue amparándose en las emociones y tendencias agresivas, que es lo que ha mantenido a lo largo de la historia al sistema, los conflictos y la forma de resolución, si no vean la Tv y los programas más populares. La falta de respeto, el egocentrismo como ser superior, el despotismo, y mil manifestaciones, más han ido perpetuando el sistema. Su resistencia a esto, es una resistencia al cambio global de la cultura tradicional, es un intento de continuar con esa estructura social anacrónica y opositora a los nuevos tiempos, a las nuevas ideas que reclaman un mundo más equilibrado, sostenible, ecológico y justo.
(Parte II)
Y aquí sí se entronca con lo político. Por un lado, en el caso de Cataluña, estamos ante la confrontación de la derecha española más tradicional con todo aquello que signifique cuestionamiento de su idea de España. En las comunidades dónde tiene menos peso específico es dónde ve más riesgo, menos capacidad de influir y donde, por ende, presenta más batalla. En Cataluña, el PP, es un partido algo más que testimonial, puesto que la derecha catalana, hija de la burguesía tradicional de la zona, está más enfocada a la idea del nacionalismo. Por tanto, ya llegó a su techo de votos. Tendrá que pescar en otros ríos. Entonces, preservado el votante incondicional del PP en Cataluña, revuelve el agua del río del Estado para pescar en otras tierras. Salta Madrid y Valencia y otras comunidades a defender la integridad de su España, lanzando el mensaje de que los toros forman parte de la cultura española y de que quien no los acepta está cuestionando la unidad del Estado.
¿Qué hubiera pasado si en lugar del Parlament hubiera sido el madrileño o las cortes valencianas quienes hubieran establecido este debate, como ya se vio con el caso de Canarias? Seguramente lo mismo que ha pasado con la llamada de la Esperanza Aguirre a la rebelión fiscal… Nada, se habría visto con benevolencia y alabando su diversidad de posiciones, incluso progresistas. Eso sí, habrían dejado claro que el tema no es un asunto político
Por último, y siento que mi comentario ocupe tanto espacio, manifiesto mi más profunda preocupación ante el hecho de que la postura del PP sea una cortina de humo para entretener a la gente y pasar de rositas con sus asuntos importantes, como son el Gurtel y lo de su amiguito Matas en Mallorca. Están siguiendo una estrategia de despistaje, confirmada por las declaraciones del S. Oreja sobre la negociación soterrada con ETA y que no lo haya desmentido Rajoy y sus adláteres.
Su estrategia es la confrontación, sin importarles enfrentar a los pueblos de España. Son políticamente miopes y están haciendo mucho daño a la convivencia y al entendimiento entre los ciudadanos. Les importa el poder y su estrategia partidista más que nada. Yo, como andaluz, no entro al juego y me quedo en el debate solo con lo que plasmo en la primera parte. La actitud del PP en la política española merece otro debate aparte, clarificador y sin despistajes.
Un abrazo Susana y reitero mi solicitud de disculpas por el espacio ocupado.
Falto total de todo, sumado a indignación por tan cruento.
y LOS TORTURADORES SIEMPRE AHN EXISTIDO... SIEMPRE!
MUY BUEN POST QUE MUESTRA UNA REALIDAD Y DEJA REFLEXIONANDO.... POR UN CAMBIO... MENOS SANGRIENTO....
Paso a dejar mi huella y desear un muy buen fin de semana, a la vez que invito a ver mis
posts y algo más que he dejado en ellos, y un homenaje muy significativa a una amiga
de muchos…La Gata Coqueta.
Les dejo mi cariño y mi paz
Marycarmen
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Excelente entrada M. Eugenia. Creo que en el título aparece la palabra clave.
Ramón se irrita con el argumento: ¿No existen problemas mas importantes?
Con estos dos elementos se me ocurren algunas cuestiones:
¿Mas importante que la tortura ejercida sobre un animal, convertida en espectáculo?
Podría ser por ejemplo, la tortura ejercida como medida de terror por la dictadura franquista para someter a cualquiera que la cuestionara. Espectáculo para sádicos y oficio para dementes.
Se podría buscar un referente antropológico en las luchas de gladiadores, cuando el circo era un entretenimiento sangriento, adaptado a la realidad social de la época, de esclavos y patricios.
¿Que guión emocional participa de todos estos escenarios?
-Alguien que no es importante en el estatus social de la época: un toro, un esclavo, cualquier disidente o un homosexual colgado en la plaza.
-La tortura frente a una indefensión, a veces disfrazada, como único argumento.
-El espectador. Su regocijo ante el dolor ajeno. El distanciamiento de la víctima, su aislamiento. La identificación con el verdugo.
-El aplauso. El espectador en el rol de juez. El torturador en el rol de maestro. Y la tortura elevada a la categoría de arte en la virtud de la autocomplacencia. Presidiendo el climax, la ilusión de estar a salvo de la barbarie por homenajear a quien la ejerce, porque está destinada a seres menos importantes que nosotros.
-La excepción: Aquellos seres humanos a quienes no satisface la representación. Aquellos cuyo intelecto no digiere bien ni el dolor ni la sangre ajena, incapaces de sentir orgullo por la vejación, capaces de gestar su propia valía, aquellos que sienten que en la complicidad se degrada su propia dignidad.
Decididamente existen problemas mas importantes que la tortura de un animal, pero se le parecen demasiado.
Debate interesante y de altura. Orgulloso de los lobos, orgulloso de la nueva cara de los lobos (gracias Jordi, ahora os escribo), y orgulloso de los comentarios tan enriquecedores. Sólo lamento que siento que hoy por hoy somos poquitos y el abundante personal que se colaba en los lobos, tras el parón, se ha escapado un poco. Da igual: volveremos a recuperar el público, no me cabe duda, siempre que mantengamos el alto nivel.
Muy bueno también Forges, inigualable siempre. Un abrazo.
Absolutamente de acuerdo en tus planteamientos, Susana.
No me gusta la denominada "fiesta nacional", no me gustan los toros y lo digo bien alto, lo aúllo para que se escuche. No entiendo ese espectáculo de sangre. No veo arte en las triquiñuelas ideadas para matar a un toro martirizándolo previamente. No entiendo que a estas alturas del siglo XXI sigamos con un espectáculo sanguinario.
También les gustaban antiguamente a los romanos las luchas de gladiadores (como apunta Camino), los leones devorando a los cristianos y otras atrocidades por el estilo.
¿Hasta cuándo vamos a seguir manteniendo algo por el solo hecho de que forma parte de nuestra cultura y nuestra tradición? Muchas atrocidades forman parte de la historia de la humanidad y nos enmendamos en superarlas y nos esforzamos para que no se repitan. Entonces, ¿qué razón actual es tan poderosa para seguir manteniendo la barbarie?
Grito contra el maltrato y contra las costumbres trogloditas. La humanidad ha avanzado, por fortuna. Que se note aquí con respecto a los toros.
Besos para todos, mis estimados y queridos lobos.
Me encantó el nuevo vestido del blog.
Qué se esconde detrás de la polémica generada por el debate en Catalunya sobre la llamada fiesta nacional.
Creo que, en el fondo, hay una catalofobia indisimulada en el asunto. Por ejemplo, personas que podrían ser "neutrales", basta que sea una cuestión promovida desde Catalunya para que manifiesten en contra. Es un síntoma de fobia.
El incomparable doctor Joseph Goebbels, verdadero maestro en el arte de la mentira y la manipulación propagandística, aconsejaba a sus secuaces que para contrarrestar la propaganda sobre el holocausto, lo mejor era hablar de los crímenes de los británicos en la India y en Oriente Próximo.
De tal forma que, el ruido que se formaba, apartaba a todos del asunto principal para pelearse por saber quién era más cruel.
Al final, es a los catalanes a quienes se juzga, no a la propia fiesta nacional que, cada vez, va quedando más al margen de la cuestión.
La discusión se está centrando sobre si Catalunya es más o menos española por defender la supresión de las corridas, cuando el meollo del asunto es el espectáculo taurino en sí mismo.
Podría establerse una discusión, extraña, pero al menos coherente, con quienes dicen que el toreo es un arte porque se establecería sobre el fundamento del asunto. Pero no con quienes ven en esta propuesta un pronunciamiento anti español por parte de Catalunya que es, justamente, donde quieren llevar el tema.
¿Por qué? Es -creo- muy sencillo. El españolismo es también un modo de hacer política. Lo hacen, preferentemente desde la derecha más cazurra, pero tambien desde cierta izquierda acomplejada, como el caso de Pachi López.
Y, esto es así y ya termino, porque se considera que la política debe llevar sólo a ganar las elecciones de turno y no para crear un modelo nuevo de sociedad.
De ahí que argumenten que "sí no hay problemas más importantes". Conciben la política sólo como gestión y no como la aplicación práctica de la ideología.
Perdón por mi extensión y saludos
Lo que ustedes no me pueden negar es que las corridas de toros son algo extraordinario, algo que está lejos de lo anglosajón, del sport, del arte, ¿eh? Una corrida de toros no se parece a nada; es algo único; ya sólo por eso deberíamos procurar que no desapareciese. El mundo será más pobre (y nosotros más ciegos) cuando no haya corridas en el mundo.
A mí me asombra este espectáculo: esta crueldad, toda esa gente chillando, el hombre vestido de esa manera tan rara, todo eso resulta difícil de entender...
Vamos como cohetes al perfecto parque humano, el sitio donde todo es perfecto, donde no hay sangre, donde la crueldad no existe, donde los animales son iguales que las personas, donde las parejas de enamorados planifican su familia y tienen dos retoños, un niño y una niña... Cuando ya no hay corridas de toros seremos unos mejores ciudadanos, unos ilustrados ciudadanos, muy artistas, muy intelectuales, muy preocupados por los aborígenes y los pigmeos y sus costumbres...
Para mí un sitio mucho más horrible donde vivir.
Por favor hagamos que el mundo siga conservando alguna cosa que no sea fácil de comprender. ¡Defendamos algo que la mente anglosajona o la mente surgida del Siglo de las Luces no puede comprender!
No nos empobrezcamos aún más.
Y acabo con esta frasecita que creo que está muy bien: "No hay nada nuevo bajo el sol, pero cuántas cosas viejas hay que no conocemos"
P.D. : Mucho cuidadito con las secuelas que en todos ha dejado Walt Disney y sus animalitos humanizados.
Y ojito con estar seguro muy seguro de lo que piensan los demás. No se pongan en plan fascista. Por favor, cada hombre piensa de una determinada manera; no hablemos de pueblo: El pueblo es una invención..., ¿O no serán de los que creen que los pueblos tienen su propia voluntad, su propio carácter? Les leo decir que los catalanes tal, los gallegos cual, los andaluces... ¡puaj! ¡parecen políticos! ¡¡¡No se oye el aullido del lobo!! Parecen un rebañito de ovejitas.
No pensaba volver sobre el tema, pero los últimos comentarios me alientan a ello. Tal vez, Susana caiga en la trampa saducea que tiende la derecha política al defender lo tradicional desde la fiesta de los toros, pues muestra una viñeta con una bandera catalana en el toro y una bandera española en la muleta. Eso no me parece adecuado para llevar el debate hacia los cauces asépticos y correctos que requiere el caso, pues crea prejuicios en la gente que pueda identificarse con uno u otro símbolo.
Bajo mi punto de vista el asunto del toreo tiene dos visiones distintas por sí mismo, en lo que es el respeto al animal como forma evolutiva del propio ser humano y el uso político que se está dando con este asunto, tal como defiendo en mi comentario anterior, por lo que reitero lo dicho.
Yo no comparto muchas de las cosas que dice pedro David e, incluso, algunas me parecen fuera de contexto, pero sobre todo al calificar la desaparición de los toros como un empobrecimiento. Creo que se trata más bien de un proceso evolutivo humano que enriquece la espiritualidad y el encuentro con la vida. Entiendo que nos enriquecemos conforme dejamos lo malo y cogemos lo bueno en el proceso de aprendizaje y evolución humana. Causar muerte a animales para divertirse y proyectar nuestra frustración en el “arte” y la valentía del torero no creo que sea enriquecedor desde el punto de vista evolutivo personal y socialmente hablando. El hombre pienso que no madura así. Por muy tradicional que sea una cosa, todo está sujeto a la revisión en el tránsito de una sociedad hacia su maduración. El toreo, bajo mi punto de vista, es una agresión gratuita a un animal para el disfrute de un colectivo mediante un espectáculo alienante.
El conflicto político, que se ancla a lo largo de la historia, entre Cataluña y el centralismo español es otra cuestión que debería, por el bien del desarrollo de tema en que andamos metidos, tratarse en otro ámbito, desvistiendo a los toros de cualquier connotación de confrontación política.
El problema de los toros debe ser debatido, no solo en Cataluña, sino en cada rincón de España, pues la posición en contra del espectáculo taurino no es exclusiva de un sector de catalanes, sino de un importante colectivo social del conjunto del Estado. Por eso es importante saber de qué hablamos en este sentido. Para mí, señores, hablamos de toros. Lo otro requiere un debate aparte sin mezclarlo con este. La instrumentalización política de un sentimiento antitaurino o taurino, es improcedente, bajo mi criterio, pues no tiene que asociarse este sentimiento con una tendencia política determinada, puesto que hablamos de cuestiones muy personales, aunque dicha tendencia puedan orientar o encauzar, en parte, la aceptación o rechazo de la “fiesta con los toros” dentro de su propia filosofía programática.
Yo puedo ser de izquierdas y gustarme los toros y no por eso tener que votar o irme al PP; o al revés, no gustarme los toros y que me echen del PP para ir a la izquierda. Los toros son una cosa y la política, a nivel general, es otra. Por último, aquí estamos hablando de toros. Mezclarlo con lo demás me parece marear la perdiz. Pero sí entiendo que una sociedad es conveniente que aclare sus ideas respecto a prácticas atávicas que pueden no ser adecuadas, desde el espíritu evolutivo del momento presente, en su tránsito hacia la maduración social y colectiva.
Un saludo a los contertulios.
Pedro, afirmaciones como que el mundo será más pobre y más ciego si no existen las corridas de toros me parece exagerado. Sabrás, que los enfrentamientos del hombre y el toro vienen de muy lejos y en contra de quienes dicen que no es cultura habrá que recordar que en los murales del arte minoico y micénico ya habían ese tipo de enfrentamientos. El torero saltaba entre los cuernos del animal, era un enfrentamiento más equitativo que el actual. Hoy hemos empobrecido, todo lo contrario de tu afirmación, en la forma de representar ese enfrentamiento hombre-toro, no se ha adaptado a la cultura que vivimos, en parte por la falta de riqueza intelectual y convencimiento cultural de sus representantes oficiales.
Comparto, en cambio, el impacto estético que expresiones como éstas pueden llegar a tener. Recordemos también el atentado a las torres gemelas de Nueva York. Nadie con un mínimo de respeto a la vida humana quisiera volver a ver escenas como aquella, pero no podemos negar su impacto estético producto del azar y el cálculo a través de la acción humana.
Tampoco coincido contigo en el sentido de que todo es perfecto, pues la sangre la vemos a diario en los informativos, como el reciente atentado en el metro de Moscú, la crueldad de utilizar a niños en las guerras africanas, la sumisión del animal a los caprichosos humanos, y no digamos de los conflictos familiares a raíz de matrimonios o uniones desafortunadas.
La afición a los toros la puede tener un intelectual o cualquier persona ajena al interés por el conocimiento. Pero en ambos casos, que yo sepa, nadie sale de las plazas de toros con ganas de torturar animales o enfrentarse entre si por cualquier polémica taurina, al contrario del fútbol, donde sí han habido muertes por su causa.
Pedro, lo que no es fácil de comprender existe a pesar nuestro, aquello que llegamos a descifrar va perdiendo su interés o bien se adapta a nuevas formas para su descubrimiento. Y eso es lo que creo que pasa con las corridas de toros, es necesaria una transformación del mito que se está utilizando actualmente para expresar la dualidad hombre-animal y que tan bien lo hicieron en Micenas.
Precisamente de lo que se tarta es de enriquecernos transformando lo decadente para dar paso a nuevas formas de conocimiento a través de nuevas expresiones culturales.
Sí comparto el aforismo, en el sentido que olvidamos por el camino formas culturales que podrían mejorarnos humanamente. Pero dudo mucho que lo sean las corridas de toros en su formato actual.
Sobre Walt Disney, correré un tupido velo, pues la cultura americana y su influencia merecen un discurso mucho más profundo que podríamos debatir en otro momento. Pero como es habitual en ti mezclas cosas que nada tienen que ver con la cuestión, no te dejes llevar tanto por las emociones si quieres debatir con argumentos razonados con quienes demuestran tener mucho más estilo, dominio del lenguaje, elegancia y sensibilidad.
Quítate esa piel de lobo que llevas encima, no sea que el pastor te confunda y te llene el culo de perdigones.
Huy!, perdón me he dejado llevar por las emociones.
Un abrazo
¡Qué va Jordi! Walt Disney y sus dibujitos está en todo. Aunque no se vea a la primera ahí están; nada se escapa a su influencia. Yo diría que nada ha influido más que él. Y a mí me parece que hasta el propio Forges (mira la viñeta que puso Susana) se dejó influenciar. No es sólo un chiste, es una manera determinada de verlo todo. Yo tengo un amigo que le ha estado dando quimioterapia a su perro. La de Walt Disney es la peor influencia porque es muy difícil darse cuenta de ella. Este debate de los toros está desde la raíz (aunque tú no lo creas)influenciado por las enseñanzas de Walt Disney.
Yo creo también que el toreo es algo superior a esos ejercicios acrobáticos de algunos antiguos y modernos con los toros. El buen torero lo que hace siempre (y de ahí la importancia de este espectáculo único) es ralentizar la embestida del toro. El torero hace justo lo contrario de lo que todos por instinto haríamos delante de un animal que nos ataca y nos va a matar. El torero en vez de apartarse se arrima. El torero en vez de querer que el toro pase de largo lo más rápidamente posible lo que hace es lo contraria: alargar la embestida; que el toro esté a su lado el mayor tiempo posible (con el consiguiente riesgo para el hombre y consiguiente emoción del que lo está viendo). Los buenos toreros son hombres como tú y como yo, que tienen miedo delante de una bestia de 500 kg que va a por ellos con toda su fuerza, pero teniendo miedo hacen de ese miedo lo que tú y yo nunca haríamos: ¡no se ponen a correr!, ¡no esconden la cabeza! Todas las posturas que el torero toma delante de la plaza son como para demostrar que no tiene miedo, son posturas de chulo. Lo que ocurre es algo extrañísimo: ¡un hombre que se pone chulo cuando tiene miedo!, ¿pero qué diablos es esto? A mí me parece que lo que hace ese hombre en la plaza es de las cosas más raras que hoy día puede hacer un hombre en el mundo. Yo no veo cómo se puede atender más a la sangre del toro (al sufrimiento del animal o a la crueldad)que a lo que está haciendo ese hombre.
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