NO QUIERO SER ROMÁNTICO

>> 9/3/10

En gran medida somos hijos del Romanticismo. Nos dejamos llevar por la pasión, por la emoción, por el rapto del momento. Es así en todas las cosas de la vida. Las lágrimas gratuitas no nos ofenden, la exhibición emotiva no nos parece mal, y como ello vende, en algunos entornos acaban aprovechándose para caer en una verdadera pornografía emocional. En la reflexión social y política en muchas ocasiones ocurre también así. La pasión, buena y necesaria para el desarrollo de la vida, acaba ocupándolo todo. Y el ingrediente romántico, que aporta algo de sal, acaba transformado en protagonista y al final el plato no se puede consumir. El ser humano tiende a los excesos si no se contiene, y más en algo tan polarizable como la opinión política o social.

El exceso de romanticismo que nos apresa como si de una enorme y empalagosa mancha de almíbar se tratara afecta en muchas ocasiones a todo. O almíbar o sangre, que de todo entiende el romanticismo y a todo recurre para conseguir sus pretensiones. El romanticismo es escenificación, exageración, nocturnidad con alevosía, emoción susceptible, desgarro teatralizado, efectos luminosos impactantes, mixtura de voces y de discursos, quiebro y ruptura, grito y voces exageradas, variedad de formas, yo impetuoso, sentimentalismo tierno y sentimentalismo sangriento. El equivalente a todo ello se cuela en nuestro día a día. El debate cada vez es menos serio y depurado, menos contenido. Nuestra televisión se radicaliza en pos del espectáculo. Los noticiarios de Telecinco parecen una crónica ya amable ya escabrosa. La inteligencia recurre a argumentos claramente demagógicos. Y todo ello ocurre porque seguramente nos quedamos con aquellos ingredientes más previsibles y más teatrales del romanticismo. Con aquello que resulta más cómodo y que ya hemos asimilado como de buena educación o de educación pasable.

De esta forma todo aquello más interesante del romanticismo parece olvidado, o desgajado. La intuición por ejemplo, que sin pretender convertirse en ciencia, tan importante resulta. O la noche como propiciadora de embelecos. O los fantasmas de la imaginación, que nutren nuestras fantasías y nuestras literaturas. O el miedo gótico que no pretende usarse de forma mercantilista sino que es mero pasatiempo investigador de potencialidades humanas. O los puentes que tiende la intuición, que edifica la noche, que transita la pasión. Los montes de las ánimas que todos llevamos dentro. Pero ahora ya no. También lo mejor del romanticismo se ha prostituido. Nos quedamos con lo peor y lo mejor lo ensuciamos. Ahora la intuición sirve para sacar dineros a los crédulos, la noche para tomar coca, nuestras fantasías adolecen a veces de poca vitalidad, la soledad es un gran fracaso y el miedo sirve para que las farmacéuticas vendan el tamiflú.

Nuestros gritos (y cuando digo gritos digo lo que en los Lobos significa grito: queja, opinión, reflexión) se tiñen también de todos esos aspectos del romanticismo mercenario. Creo que resultaría fundamental que aprendiéramos todos a calmarnos, a sopesar, a ser juiciosos nuevamente. Propongo por eso quedarnos sólo con aquello enriquecedor del romanticismo, con lo que de digno tiene la empresa romántica, y emprender una vuelta a la Ilustración. Naturalmente no lo digo por los amigos de los Lobos; lo digo en un sentido general, social. Que la sociedad vuelva a ser un día un espacio ilustrado. Que apueste por el regreso a otras verdades menos impactantes pero más eficaces. Por el juicio, el rigor, la ciencia, el empirismo, la objetividad, la crítica, el orden, el progreso, el respeto, la pedagogía bien entendida.

Pero naturalmente si los valores positivos románticos podían ser prostituidos, y de hecho lo habían sido, ¿no van a serlo también los valores ilustrados, ya de por sí peligrosos según quién los afronte? Porque esa seriedad ilustrada tiene el peligro del fascismo, del ordeno y mando, del paternalismo, de la simplificación didáctica excesiva, del despotismo ilustrado. Esos son los peligros de los cuales debemos protegernos si optamos por volver a la Ilustración. Siempre protegiéndonos de algo, quizá de nosotros mismos. Pero cuando el hombre opta por volver atrás en realidad nunca vuelve. Va al pasado y toma de ese tiempo aquello que puede servirle para seguir avanzando. Y seguramente es cierto que ahora debemos buscar entre los Ilustrados porque los viejos valores ya no nos sirven. Se habla de esto en algunos medios. Y creo que más se seguirá hablando.

19 comentaris:

Darío 09 marzo, 2010  

Perdón, Ramón, yo si quiero ser romántico, pero si eso pasara sería un ridiculo sin cura. Es verdad, lo mejor del romanticismo ha sido pisoteado hasta la humillación. Un abrazo.

Mercedes Pinto 09 marzo, 2010  

Se supone que ser romántico es dar prioridad a la imaginación y la sensibilidad por encima de la razón. Lo que estamos viviendo en nuestro días no se ajusta a esta definición, sino más bien al esperpento del romántico. No es posible ser romántico en una sociedad en la que todo tiene un precio, todo es una mera puesta en escena en la que todos los actores sobreactúan.
¿Volver a la ilustración? Como se ha dicho en el texto, no se puede volver atrás. Vamos hacia adelante, veremos qué nos espera en esta ocasión.
Un saludo.

mariajesusparadela 09 marzo, 2010  

Que no se puede volver atrás es una afirmación demasiado drástica: yo creo que la literatura lleva toda la vida viviendo de los clásicos griegos y latinos, inspirándose una y otra vez en ellos y en cada nueva entrega se revitaliza.
Si volver a la ilustración. Y volver a la vergüenza.

Camino a Gaia 09 marzo, 2010  

Estamos en la era del mercado total. Hace tiempo ya, que el romanticismo fue puesto en venta, sometido a subasta y puesto a producir dividendos en el ámbito de la especulación. Hizo buena caja el día de los enamorados y pone su etiqueta en anillos de sangre. Pero el romanticismo no está solo en su desgracia, el mercado avanza y devora cuanto encuentra, interesado tan solo, en sacar unas monedas con la masacre de la belleza.

Isabel Barceló Chico 09 marzo, 2010  

En mi opinión, el peligro que nos acecha es siempre el mismo, en todas las etapas: el abuso de unos seres humanos sobre los demás. Con la historia van tomando formas diversas, según lo que en cada momento se adapte mejor al conjunto de la sociedad. Y así la inquisición toma ahora forma de censura (las fotos retiradas por las bravas del MuVIM), o forma de noble objetividad y aplicación de la ley para todos (acoso al juez Garzón). Y en todo ello hay una constante: la enorme capacidad de los abusadores para presentarse bajo la apariencia de corderos. Siento parecer pesimista, pero así veo las cosas. Saludos cordiales y enhorabuena por este nuevo blog.

Isabel Martínez Barquero 09 marzo, 2010  

Ramon, te reconozco tanto en estas palabras...
Suscribo tu postura en lo que implica de denuncia a posturas vacías amparadas por un pretendido romanticismo. Palabra esta última a la que se le da, por otra parte, un sentido que nada tiene que ver con el original. Se la ha devaluado y generalizado. Cualquiera se define romántico sin saber realmente lo que es, sin haber leído a los románticos. Parece que el romántico fuera hoy en día un ser soñador y en la luna, arrobado de bellos pensamientos. Qué mentira más absoluta.

Por lo demás, siempre me gustó la Ilustración, bendita época ¿Era Aufklarum? No me acuerdo. La razón, la lógica. Esencial para vivir, para regirnos.

Conforme a lo expuesto, tampoco soy romántica. No me guió por impulsos insoslayables, sino por la razón.

Enhorabuena por esta entrada, amigo.

tula 09 marzo, 2010  

Bueno me ha gustado la entrada y personalmente tengo un romance con el conocimiento, así que supongo que soy romántico.
un beso.

Dilaida 09 marzo, 2010  

Esta sociedad nuestra en la que todo se compra y se vende y ya no existen los valores, el romanticismo no tiene cabida, al menos el romanticismo del siglo XIX.
El romanticismo implica el rechazo de toda noción de proporción y medida, rompimiento de barreras y límites , el paso del análisis a la síntesis, el cambio de lo estático por lo dinámico, adopta ciertos postulados de la Ilustración, pero transformándolos al dotarlos de patetismo y carga emocional.

Una entrada muy propia de ti, me gusta.
Bicos

Eastriver 09 marzo, 2010  

Darío, estamos de acuerdo en esa degeneración de los principios románticos.

O como dice Mercedes, el esperpento romántico. Por otra parte yo pienso que muchas veces avanzamos gracias a mirarnos en espejos pasados que pueden aportarnos más.

María Jesus, claro que sí, volver también a la vergüenza. Sólo así se puede ser digno.

Camino, también coincido con tu valoración quizá un poco negativa.

O Isabel, también con la tuya. En la base de todo suele estar siempre el ser humano y nada puede edificarse sin conocerle.

Isabel, yo también me reivindico como tú no romántico, aunque está bien extraer de cada sensibilidad lo más genuino.

Tula, está bien serlo siempre que se rescate lo esencial y mejor. Un abrazo.

Antonio 10 marzo, 2010  

Interesante debate el que nos planteas a migo Ramón. Yo, como ya se ha dicho mucho y acertado, por parte de los participantes, solo querría hacer una pequeña aportación a todo lo que se ha comentado.
El ser humano, queramos o no, se mueve en gran medida por las emociones. El romanticismo es una gran fuente de emociones, de fantasía, que eleva a rango de satisfacción muchas frustraciones, dotando de valores, a veces inexistentes, al sujeto del romance y por ende embelleciendo una realidad ficticia que choca con la verdad. Aunque, bajo mi punto de vista, también conlleva otra forma de ver las cosas de la naturaleza de nuestro propio entorno. Pero eso no importa tanto a la hora de las emociones que suscita, puesto que las vivencias suelen ser bastante subjetivas. Viva, pues el romanticismo como forma de vivir la vida, pero sin levantar los pies del suelo, que luego nos hostiamos.
Se alude a la desvirtuación y utilización del romanticismo como forma de manipulación de la gente a través de los medios me comunicación, sobre todo la TV. Es cierto que, como el romanticismo produce emociones que atrapan a la gente, podemos conseguir atarlas a la pantalla con programas donde se toque y potencie ese tema. Ello dará mayor cuota de pantalla y mayores ingresos por publicidad, amén de formar a los sujetos que nos interesa como pilares fundamentales de la sociedad de consumo. Por tanto, se crea, por parte de la TV, un falso romanticismo burdamente expresado, que intenta canalizar deseos y formas de expresión frustrados o reprimidos en los sujetos que no tienen la sensibilidad o la capacidad expresiva suficiente para vivir ese romanticismo de forma individual, personal y autónoma. En resumen, se manta al viejo romanticismo para dejarnos caer en manos de un falso romanticismo, más materialista y mercantilista que otra cosa.
La primera foto que pones me ha recordado que hoy he estado en Tarifa y desde un mirador he observado la costa africana. Era un día luminoso que invitaba a ver el mundo desde otra perspectiva, la del romanticismo bucólico. Estando en ello, con Gibraltar, Ceuta, Tánger y las montañas del Atlas marroquí a mis pies, cuando me vino a la memoria Lord Byron, tal vez como una premonición del encuentro con tu post sobre el romanticismo.
Un saludo afectuoso

Josep 10 marzo, 2010  

Goethe decía que lo clásico es lo sano, y lo romántico, lo enfermo.
A lo mejor si que es cierto que es una palabra devaluada, vendida y humillada,
y de ella hacemos una gran representación.

Una abraçada.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI 10 marzo, 2010  

Estupenda entrada. Aunque...
YO SI QUIERO SER ROMANTICO
reivindico el romanticismo sin reservas. Los Románticos no somos más que ilustrados desencantados que nos hemos dado cuenta de que entre el alma, el corazón, y el cerebro habrá siempre una lucha eterna a la que los dioses nos tienen predestinados. Y eso forma parte de la naturaleza humana. Es nuestra virtud y nuestro castigo. Diriamos que en la virtud va la penitencia. Vivimos en perpetua contradicción, con altibajos enormes. Somos irregulares, excesivos, nobles y valientes. Alguno hay por ahí y hubo un tanto cabroncete...
Por supuesto, todo lo que gritas contra lo peorcito de la sociedad lo subscribo, pero no creo que se le deba poner la etiqueta de romanticismo pernicioso. Es así porque es humano, desde el inicio de los tiempos.

Lo que peor llevo de ser romántico es que estoy en el mismo saco de otros muchos que fueron nacionalistas y forjaron las leyendas sobre las que ahora se asientan muchos de los nacionalismos modernos. Una contradicción más con la que vivir... Hizo mucho daño en Europa y lo sigue haciendo
¡Salud!y enhorabuena por la iniciativa de estos gritos salvajes

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI 10 marzo, 2010  

Josep, Goethe fue un vendido, sin duda.
¡al acantilado con él!

NINA 12 marzo, 2010  

Y yo quiero que TODOS tengan algo de romántico!
La verdad que las mujeres cada vez se conforman más con tipos " como vengan", porque escasean, pero si ustedes hombres supieran lo atrayentes que son cuando sacan su veta romántica, nos tendrían a todas tiradas a sus pies.

Baci

tula 12 marzo, 2010  

Pienso que el romantico puro es genético, no de orden social, otra cosa es que este orden no te deje o tu no quieras expresarlo, pero románticos todos tenemos algo sino..que sosez.
un abrazo.

Jordi Pascual Morant 12 marzo, 2010  

Ramon,
Curioso análisis del romanticismo en la sociedad actual.
Teniendo en cuenta que la palabra “romanticismo” nos lleva a connotaciones diversas, desde lo tibio a lo pasional, lo débil a lo potente, aspectos que nos desvían de la etiqueta que acuña una época y a unos personajes concretos y que más allá de eso todo son interpretaciones libres, intentaré acercarme a tu reflexión desde lo racional.
El arte, como estandarte de la expresión intuitiva, de la creación de símbolos culturales, de manifestaciones emocionales que trasciende lo conocido y renuevan los ideales del espíritu humano, creo que sería la mejor referencia para entender qué nos pasa a los humanos. Literatura, música, pintura, cine, teatro, danza, arquitectura…aspectos que pueden dignificar al ser humano, educarlo en la convivencia, sosegarlo en la disputa.
Nos movemos, como dices, entre la pasión y la razón, no deberían ser antagónicas, pues conviven y se equilibran. Si el Romanticismo nació como oposición al clasicismo, en contra de la razón y el orden, no por ello fue más irreflexivo o caótico. Mozart, referente de primer orden de la música clásica, nos emociona desde lo más desenfadado a lo más trágico. Sus óperas y su Réquiem, sus movimientos más alegres de piano o los más lentos y profundos son una buena muestra de ello. Beethoven, otro ejemplo claro de ambivalencia entre clasicismo y romanticismo según la catalogación histórica.
Cuestionamos más los impulsos irracionales por su desorden emocional y momentánea complacencia, creyendo más en la planificación a medio o largo plazo. En ese sentido nuestra sociedad es evidente que busca el placer inmediato, la utilidad práctica del momento y el reemplazo de los recursos que ya no nos sirven de forma continua, acumulando grandes deshechos que obligan al reciclaje so pena de ser sepultados por el consumo excesivo. A pesar de ello, las sociedades futuras se beneficiarán de los avances que en nuestra época estamos viviendo y que se perfeccionarán en el futuro. Una parte de nuestra sociedad, más oculta, menos televisiva o periodística, actúa con mentalidad de prevención, investigación que no está exenta de intuición, por supuesto, pero con el orden que requiere lo científico. Contrasta la simpleza de algunas pasiones sociales, fútbol, telenovelas, noticiarios frívolos, modas vulgares, con la frialdad numérica de las computadoras, la era digital frente al maquillaje primario.
Este comentario esta escrito con reflexión pero dejando espacio a la improvisación, como creo que en tu entrada hay más de emocional que de racional.
Me ha sorprendido el comienzo de la nueva etapa de Grito de Lobos. Aunque sabiendo de tu sensibilidad por el arte, no debería.
La imagen de Friederich viene como anillo al dedo, con la mirada hacia la naturaleza impactante planificamos una ruta que nos oriente entre lo desconocido, con los medios infinitos de lo racional y la intuición.

Unknown 16 marzo, 2010  

Dios mio que alegria un pensamiento parecido al mio!!!1

No me lo puedo creer, el romanticismo tiene una época, y unos autenticos maestros.. y despues del siglo de la razón, es decir que historicamente tiene su explicación es una reacción del ser social al exceso de valoración de la razón....

Y surge con tantos....que lo ilustran pero ha quedado como marca indeleble y nos olvidamos de lo que ocurria con el amor por ejemplo en la Edad Media..

.. que no estaba tan mal despues de todo... recordemos los casamientos de Isabel la Católica..

de sus hijos me refiero.

..y hay que llegar al término medio..

el romanticismo actual es relativista, narciso, egocentrico, breve, fugaz, fragil... en fin... tantas cosas que podríamos comentar si tuvieramos mas espacio.

Me gustó este blog, se plantea cosas que me interesan..

Saludos a los aulladores

Txema 18 marzo, 2010  

Voy a dar una opinión que puede sonar a total herejía o, aún peor, a disparate sin cuento.

Creo que es Victor Kemplerer, el folólogo, quien dijo que el romanticismo es el padre del nazismo. Estoy de acuerdo.

Precisamente esa alusión tuya a la exageración es la que sirve de base y sustento al movimiento nazi.

Y digo movimiento, porque rechazo categoricamente que se le pueda considerar un partido tradicional con su correspondiente ideología. Por mucho que busquemos no la encontramos.

Si hay, claramente, exageración en todo: la parafernalia de las ceremonias, el lenguaje, los gestos, la vestimenta, los gritos, la forma de hacer política. Incluso en la guerra y en la muerte hay exageración, pompa...

Todo es necesriamente aspaventoso, exagerado hasta la idiotez suprema, con unos resultados calamitosos.

El romanticismo alemán peca precisametne de exageración y de ahí que, un pueblo que padecía un síndrome de melancolía enfermizo, de tristeza secular, fuese conquistado por el movimiento romántico como una especie de camino hacia la resurrección nacional.

Espero no haber asustado a nadie.

un saludo

Eastriver 18 marzo, 2010  

Estrella, qué sorpresa tu comentario. En síntesis te doy la razón. Un abrazo.

Txema, estamos en la misma onda. No, no me parece una herejía lo que dicees. En síntesis es así. No conocía la reflexión, el detalle que tu propones. Está claro qu con los blogs aprendemos, sobre todo con comentaristas atentos. Gracias por el dato que me apunto e incorporo. Un abrazo.

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